En la Grecia nuclear,
todavía queda sitio para tipejas como tu,
para tipejos como yo.
El silencio sólo hace que estallen mis oidos.
Las vertebras nos retumban,
los ápices, el índole.
Un rayo nos fulmina,
y nosotros,
sin embargo,
hacmeos como si nada pasase.
En la absoluta misericordia de alguien.
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