martes, 26 de octubre de 2010

Oda a un caracol serio


Oda a un caracol,
a un rio desbordado,
a una nube de silicona,
a un suspiro de alquitrán
a las canciones que me hacen llorar.

Escribir a los sin nombre,
a los que no se atan los cordones
por miedo a atarse su própia libertad,
a los que se cruzan a diario con su azar,
a los que empiezan a leer los diarios por el final.

A los que juegan a levantar faldas,
a robar sonrisas,
a sonrojar a muchachas,
a humedecer lo que no se nombra.

Oda a un sin fin de miedos,
a un libro sin tapas,
sin índice,
sin edición.

palabras sin aliento para
un teléfono descolgadao
que me cuenta que ayer te fuiste sin mirar atrás,
sin ni siquiera secárte las lágrimas a la hora de marchar.

Oda a la hierba buena,
a las piedras preciosas,
que cada dia desgastan su belleza por querer aparentar.
A las ciudades que me han visto reir,
a las mujeres que despertaron al niño que un dia fuí.

Algunas letras dedicadas
a los baúles que esconden
nuestros más miseros y ruinosos secretos.

Oda a aquel guiño del destino en forma de mujer
que me invitó a dormir a su lado,
y para aquellas cervezas que nos llevaron
a las puertas de una noche de locura.
Al sol aterrador que nos dijo que ya habia llegado el dia,
que la noche se acabó,
que llegó la despedida.

Hoy todas mis palabras se me antojan pocas...

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